miércoles, 3 de julio de 2013

LA NECESIDAD DE LA PREVENCIÓN ANTE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia familiar es un fenómeno psicosocial grave y complejo que está presente en todas las sociedades, sin depender de su desarrollo ni de su cultura. Podemos considerarla como la manifestación violenta más extendida en el mundo y la que presenta más variedad de consecuencias que siempre son muy difíciles de abordar. La violencia contra las mujeres, junto con la de los niños/as y personas grandes, son las formas de violencia más frecuentes en nuestro planeta.

No hay explicaciones únicas, pero sí factores de riesgo de conductas que empeoran o desencadenan la respuesta violenta. Algunos de los factores de riesgo más importantes serían por una parte, los valores y las actitudes sexistas, así como las creencias estereotipadas interiorizadas sobre los hombres y las mujeres, que tienen su origen en la cultura patriarcal. Y por otro lado, tenemos la desigualdad de poder en nuestra sociedad, que marca la pauta de las relaciones entre hombres y mujeres y la desvalorización o desprecio de las contribuciones de las mujeres y de lo femenino en general.

La violencia de género no sólo recae en las mujeres, si no también en todo aquello que represente los valores femeninos, así podríamos hablar de violencia de género sobre un hombre cuando su entorno no acepta en él rasgos femeninos, obligándolo de esta manera a seguir los preceptos de masculinidad tradicionalmente establecidos.

Este origen social y cultural de la violencia de género, así como su dependencia de los procesos de socialización es lo que explica la necesidad de una acción preventiva con niños/as y jóvenes para erradicarla. El objetivo básico es poder introducir modificaciones en la socialización de género.

Una posible vía de intervención es la creación de espacios donde se promueva la reflexión crítica sobre dos de los aprendizajes básicos en que se sustenta la violencia patriarcal: el aprendizaje de las identidades masculina y femenina que preparan a los niños para ejercer el poder y la autoridad, y a las niñas para asumir la subordinación. I por otra parte, el aprendizaje de los ideales del amor romántico, el modelo de relación afectiva imperante en nuestra sociedad donde el amor verdadero queda vinculado al sufrimiento, a las dificultades, a los obstáculos imposibles y su superación como prueba de amor, a la renuncia a la propia individualidad y la necesidad de fusión y simbiosis.

Para construir una sociedad igualitaria donde no haya ningún tipo de discriminación, y donde las personas puedan desarrollarse plenamente, hace falta revalorar las cualidades que se transfieren y desarrollan en el proceso educativo, de forma que determinados conocimientos, habilidades o actitudes que se atribuyen a hombres y mujeres, no estén infravalorados ni sobrevalorados por el hecho de pertenecer a uno u otro sexo. La igualdad es tan necesaria como el respecte a la diferencia que no se debe de silenciar ni jerarquizar.

Las instituciones que formalmente o informalmente están relacionadas con el mundo educativo (escuela, institutos, centros de formación de adultos, etc.), después de la familia, son las principales transmisoras de valores y estereotipos que acabarán incidiendo en los roles que desarrollarán los diferentes miembros de una familia, por eso es importante que dentro del sistema educativo se implante la coeducación.

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